Medicamentos / Propiedad
Intelectual / Decreto 2085
La
República Junio 06 de 2004:
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ANÁLISIS. TLC: amenaza de muerte a la salud
Nos da mucha pena aguar la
fiesta de inauguración de las negociaciones del TLC pero
cumplimos el deber de advertir a la opinión pública sobre los
efectos nocivos que el tratado podría generar, si no se negocia
bien, para el acceso a medicamentos y, por tanto, para la salud
de los colombianos.
Nuestra posición no es de rechazo al TLC, pues sabemos que es un
desarrollo natural del proceso de globalización, que puede ser
benéfico en la medida que contribuya a fortalecer la equidad. Lo
que preocupa es que E.U. lo aproveche para imponer estándares de
protección de la propiedad intelectual superiores a los de la
OMC (estándares Adpic plus), ideados para fortalecer
la posición dominante de las farmacéuticas internacionales, sin
consideración al alto costo social.
En Colombia, la falta de acceso a medicinas afecta a más de la
mitad de la población porque o no pertenecen al Sistema de Salud
o sí pertenecen pero no pueden pagar de su bolsillo los remedios
que el Sistema no suministra, los cuales, según estimado de la
OPS, representan el 40 por ciento de las prescripciones.
La solución es estimular la competencia. Al finalizar una
patente el precio del producto cae hasta 70 por ciento,
dependiendo del número de genéricos que entran al mercado. De
allí en adelante cada vez que entra un competidor el precio
promedio cae 10 por ciento. Gracias a ello en Colombia los
genéricos cuestan, en el 80 por ciento de los casos, el 25 por
ciento de lo que cuestan los innovadores. Lo que en buena parte
explica el auge de los genéricos, que hoy abastecen el 67 por
ciento del mercado nacional (en unidades).
Para estimular la competencia es indispensable impedir que a
través del TLC se establezcan estándares Adpic plus
que saquen del mercado a los genéricos o demoren su entrada, en
perjuicio del consumidor.
Infortunadamente la agenda para el TLC comprende 14 barreras,
entre ellas patentamiento de los segundos usos, protección
exclusiva de los datos, ampliación del término de las patentes
más allá de los 20 años de la OMC y limitaciones para la
utilización de las salvaguardas de la salud consagradas en la
OMC: licencias obligatorias e importaciones paralelas.
Salvaguardas que permitieron a Brasil y Sudáfrica, por ejemplo,
bajar el costo del tratamiento para el Sida de 10.439 dólares a
201 dólares por persona año (98 por ciento).
Si por una mala negociación llegaran a establecerse aquí estas
barreras, los precios de las medicinas se dispararían, agravando
la falta de acceso de los consumidores individuales e
institucionales. Un estudio concluye que si el 5 por ciento de
los medicamentos del POS que hoy se compran a precios de
competencia (genéricos) hubiera que pagarlos a precio de
monopolio, saldrían del sistema de salud cuatro millones de
colombianos.
Según un informe entregado por la industria farmacéutica
norteamericana, si Colombia estableciera las barreras del TLC,
los laboratorios norteamericanos incrementarían sus utilidades
en 750 millones de dólares anuales; es decir que los
consumidores colombianos tendrían que pagar 750 millones de
dólares más, en detrimento de otros bienes y servicios
esenciales. Es una cifra escandalosa, superior a las ayudas de
Estados Unidos al Plan Colombia, equiparable a casi un punto del
PIB nacional y superior a lo que espera recaudar el gobierno con
la última reforma tributaria.
No se diga que estos sacrificios se justifican para que las
multinacionales puedan seguir investigando nuevas moléculas
(Investigación y desarrollo - I&D). La verdad es que ellas
recuperan la I&D en los 2 o 3 primeros años de
comercialización en los países industrializados, que
representan el 80 por ciento del mercado mundial y tienen
capacidad para asumir precios de monopolio. La participación de
Colombia en el mercado mundial es de 0.32 por ciento. ¿Puede
alguien pensar que si aquí no se establecen los estándares
Adpic plus los norteamericanos no volverán a hacer
I&D? La aspiración de incluir a los países pobres en el
cuento de la I&D constituye la mayor causa de sufrimiento y
muerte en el mundo en desarrollo, pues excluye a millones de
personas de medicinas que pueden curar enfermedades y salvar
vidas.
En este contexto nuestra esperanza es que los negociadores sepan
darle al derecho de acceso a medicamentos, la prelación que le
corresponde como extensión del derecho fundamental a la salud y
la vida. Ya se le concedió bastante a Estados Unidos mediante la
expedición del Decreto 2085, que bajo dicho amparo, el Invima
está protegiendo como Nuevas Entidades Químicas
sustancias conocidas en el mundo desde hace entre 14 y 49 años,
con el consiguiente bloqueo temporal de los genéricos, que
saldrían al mercado con un precio 4 veces menor.
Ir más lejos precipitaría al país a una crisis sanitaria de
incalculables proporciones. El derecho de acceso a medicamentos
no es canjeable por mercancías ni por cuotas de exportación ni
siquiera por expectativas de generación de empleo. ¡La salud no
es negociable!.
Germán Holguín Zamorano
Director general de Misión Salud.
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Adaptado por OAS / 12jun04
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